No es solo un animal mitológico. Se denomina así a startups globales, que alcanzaron una valuación de mercado superior a los US$ 1.000 millones. En la Argentina existen un puñado de casos pero, aunque talento no falta, todavía no están dadas las condiciones para que el ecosistema emprendedor florezca. ¿Hay lugar para cambiar?
Mítico animal que para Silvio Rodríguez era azul — y además se le
perdió—, el unicornio es una mezcla de un caballo joven con patas de
antílope, barba de chivo y la inteligencia de un humano. Aparece en
muchas culturas y se cree que son inmortales y mágicos, resistentes a
todos los conjuros. El término fue adoptado en el mundo corporativo para
definir y destacar a aquellas empresas con base tecnológica que logran
superar ciertos hitos, como tener una valuación de mercado superior a
los US$ 1.000 millones, ser un emprendimiento de alto riesgo y lograr
alcance global.
Empresas como Uber, Airbnb, la china Xiaomi y la hoy popular
Snapchat califican entre las actuales exitosas compañías que están en el
top ten de los unicornios a escala mundial. Si existiera un cementerio
de startups basados en tecnología e Internet, estaría poblado de buenas
intenciones e ideas de pobre o errada ejecución. Vale como muestra la
primera empresa argentina de Internet que hizo su oferta pública de
acciones en el NASDAQ, ElSitio.com. El 1 de diciembre de 1999 sus
fundadores, Roberto Vivo Chaneton y Roberto Cibrián Campoy, lanzaban su
sitio de noticias para la audiencia de habla hispana de toda América y
también para Brasil directo desde Nueva York. Los menores de 20 años no
saben ni que existió.
En este contexto, que en la Argentina hayan surgido cuatro
empresas (MercadoLibre, Despegar, Globant y OLX) que ingresaron en la
categoría de unicornios habla bien de nosotros; de características que
diferencian al país de otros de la región, empezando por los recursos
humanos en tecnología, la creatividad y la capacidad empresarial. “Los
unicornios en toda la región son argentinos. Esto es un dato no menor.
Pese a las dificultades económicas que ha tenido el país en lo macro, la
calidad y el talento de los argentinos lograron reponerse de eso.
Tenemos un gran potencial si se alinean las cosas”, afirma Juan Manuel
Menazzi, director del Centro de Emprendedores del ITBA.
Visión global, realismo e innovación
En la Argentina hay una cosa que sobra y un montón que faltan
para crear unicornios. Sobra talento; hay una cantidad como no la hay
en otros lugares del mundo. El emprendedor argentino tiene
características muy únicas en el mundo del emprendedorismo. Falta un
contexto en donde ese emprendedor pueda encontrar tierra fértil para
acelerar su proyecto, para que le vaya bien”, enumera Juan Santiago,
fundador de Incutex, una company builder con la que armaron un fondo e
invierten en start ups en la Argentina, además de
CEO de Santex, una empresa que vende servicios tecnológicos con operaciones en varios países del mundo.
Parado desde las dos veredas — la de emprendedor y a la vez
inversor en proyectos de terceros—, considera que hay variables que son
fundamentales para que crezcan nuevos unicornios que formen parte de la
sociedad del conocimiento. “Hay muchos aspectos que hoy no favorecen al
emprendedor en la Argentina, porque no hay la suficiente inversión para
poder hacer crecer ciertos proyectos y que se conviertan en unicornios.
El entrepreneur argentino tiene que buscar la inversión afuera, como
hicieron MercadoLibre, Despegar y Globant, para encontrar un ecosistema
más propicio y acostumbrado al riesgo y que se transforme la compañía.
No está desarrollado el mercado de venture capital y hay mucho de
ángeles, de seed capital, de chiquitaje”, agrega Santiago. Con Incutex
apuntan en parte a eso, a la inyección de capitales, pero también al
desarrollo del plan de negocios o el cumplimiento del marco regulatorio.
Pero ahí también es necesario el soporte desde el ámbito estatal, algo
en lo que distintas organizaciones insisten y que tanto el gobierno
anterior como el actual, desde el Ministerio de Ciencia y Tecnología de
la Nación y ahora desde el de la Producción, estan tratando de cambiar.
“Hay que empujar desde el apalancamiento financiero. Y después está toda
la parte del marco legislativo, porque para empezar una compañía hay
que esperar un año para que den el CUIT. O, por ejemplo, que se dé la
inversión contra factura, cuando el emprendedor necesita el dinero para
empezar ya. Hay procesos donde hay palos en la rueda para que no sea
óptimo el ecosistema”, alerta Santiago.
Menazzi coincide: no es imposible el nacimiento de empresas, solo
hace falta mejorar las condiciones. “Lo que a un emprendedor argentino
le cuesta varios meses obtener, en Silicon Valley lo consigue en horas o
días. Los éxitos del mundo emprendedor se han dedicado a crear nuevas
empresas y adquirir emprendedores con fondos como Quasar para que
encuentren buena inversión. El desafío no es cómo crear nuevos
unicornios sino capturar valor: nos sirve que sigan radicadas acá, no en
Delaware o en Uruguay. Y para eso son claves la seguridad y la
estabilidad jurídica. Hay países que se han puesto las pilas en la
captura de la innovación, en crear ambientes amigables, en los que la
inscripción fiscal te toma un día y no meses. Todo esto es lo que
tenemos que remover y mejorar para que cuando lleguen los unicornios se
radiquen en la Argentina. Los modelos de negocios se sustentan en stake
holders. Estas empresas obligan a replantear cuestiones legales”.
Modelos y promotores
Ellos tuvieron una idea, un proyecto, un equipo en el que las
distintas partes se complementaban, inversión, creatividad, innovación y
mucho trabajo. Y lograron crear empresas que trascendieron las
fronteras y se destacan a escala global. Hoy, desde ese lugar, no dudan
de que sea posible que surjan otras compañías con base tecnológica y,
desde la Argentina, logren convertirse en nuevos unicornios.
“Si algo he aprendido de los emprendedores es que van a
encontrar la vuelta para el desafío que tienen. Confío en que los
gobiernos de la región van en el camino de simplificar. Generar un
unicornio es como sortear miles de desafíos que van apareciendo con
inventiva y con garra. Y tengo muchísima fe de que van a salir más
unicornios, con un ecosistema emprendedor muy sólido”, afirma Pedro
Arnt, CFO de Mercado Libre.
Martín Migoya, CEO de Globant, también confía: “Todas las
mega corporaciones eran ejemplos de afuera. Ahora estamos creando
ejemplos de esos adentro. No es una cuestión de edad; es de visión y de
tener fuentes en las cuales uno se puede inspirar, a medida que más
existan más va a poder imitarse”.
SOCIALIZE IT →