Cuando se inició el movimiento hacia cloud computing, incluso en la etapa de su divulgación como concepto y mucho antes de que comenzara a plasmarse como realidad, muchos veían a la nube como a una amenaza y no sólo para quiénes administraban o trabajaban en las infraestructuras de IT empresariales. Muchos creían que el software libre Open Source también sufriría las consecuencias de la nube. Incluso, se hablaba de la desaparición de los sistemas operativos. Nadie suponía que el software open source se convertiría en un jugador dominante en cloud computing.
Cloud computing sufrió muchos ataques de parte de numerosos líderes de la industria de IT. Uno de ellos era el fundador de la Free Software Foundation, Richard Stallman, quién, tal como lo recuerda el columnista de Datamation Bruce Byfield, calificó a cloud computing como a algo “tan malo como el uso de un programa propietario o el servidor Web de un tercero… uno está indefenso. Uno queda en las manos de quién quiera que sea quién haya desarrollado ese software. Cloud computing es peor que la estupidez porque equivale a que los proveedores controlen los datos del cliente.”
Luego, tal como lo relata Byfield, ocurrieron varios movimientos reactivos, como la formación del modelo de licenciamiento Alfero General Public License, una licencia pensada para servicios online y cuyo uso nunca se popularizó.
Recordemos que los primeros servicios que se ofrecieron en la nube fueron los del almacenamiento, incluso gratuito. Stallman pensaba que esos servicios de almacenamiento online eran problemáticos, mientra que otros servicios podían compararse en su capacidad benéfica al software libre.
Nadie se imaginaba en ese momento que el software open source o libre iba a terminar siendo el modelo de trabajo para una creciente cantidad de proveedores de servicios cloud. Un analista, Angel Díaz, VP de Software Standards and Cloud Labs, estima que IBM ha cosechado más de U$S 7000 millones en servicios cloud durante 2014. Y esa no es la única compañía.
La influencia de Open Stack
En el inicio, los servicios cloud estuvieron hegemonizados por compañías como Amazon y Microsoft. Pero, como lo destaca Byfield, a partir de 2012 entra en juego la OpenStack Foundation, creada para administrar un proyecto iniciado por la compañía RackSpace y la NASA. Actualmente, a menos de tres años de su creación, OpenStack Foundation se compone de cientos de compañías, muchas de ellas también muy activas en el desarrollo de software libre. En ese grupo tenemos a empresas como Canonical (desarrolladora de Ubuntu), Hewlett-Packard, IBM, Red Hat y SUSE. Otros reconocidos miembros de la comunidad tecnológica también participan, tales como Oracle, Huawei y VMware.
La fundación adoptó el modelo de licenciamiento Apache 2.0 para sus desarrollos de software y para la organización de su propia comunidad.
Evitar “lo propietario” en la nube
Entre sus movimientos estratégicos, OpenStack Foundation ha comenzado a promover el proyecto Federation. Se trata de lograr que el usuario gane independencia ante los proveedores de servicios cloud, quiénes tienden a favorecer un control centralizado de los servicios. Federation es el desarrollo de un núcleo estándar de funcionalidad con el que los usuarios pueden elegir el software de su preferencia o uso en lugar de depender de las preferencias o conveniencia del proveedor.
De hecho, Federation es para algunos un camino hacia la neutralización de la capacidad de encierro del cliente que puedan tener los proveedores. Por otra parte, están las corporaciones que forman parte de OpenStack, las que ven a este mismo camino como a una vía que lleva a facilitar la cooperación aun entre intereses enfrentados. Cualquiera de los dos caminos, tal como lo presenta Byfield, lleva a descartar aquella vieja idea de que el software libre y los servicios cloud son enemigos naturales.
El problema de la privacidad y el control de los datos
Si bien alrededor de OpenStack todo parece ir por una vía armónica, esta actividad con software open source no aleja la preocupación que presenta el control de los datos. Aun cuando los usuarios pudiesen monitorear brechas en los softwares de los proveedores, seguirían sin tener control sobre quién accede a sus datos y de dónde y cómo se los almacena.
El software libre, sin embargo, ofrece posibilidades que atienden a esos problemas. Un ejemplo de ello es el software libre Tahoe-LAFS y permite encriptar los datos y guardarlos en diferentes lotes a lo largo y través de múltiples sitios, con la capacidad de volver a poner todo junto nuevamente. De esta manera, los usuarios que suben datos a la nube no exponen la privacidad de los mismos.
Por su parte, ownCloud, un proyecto que comenzó como de software libre para luego conformar una empresa, ofrece un camino simple para que los usuarios configuren sus propios servicios cloud al mismo tiempo que mantienen el control de sus datos. El hecho de que ownCloud no ofrezca servicios propios de almacenamiento es una muestra de su dedicación a la privacidad, según Byfield. Y el fundador de ownCloud refrenda estos dichos. Frank Karlistchek explica que “el problema con la mayoría de los servicios cloud es que entregamos el control de nuestros datos, lo que hace de la privacidad una preocupación. Uno no sabe realmente quién tiene acceso a los datos.” Esta empresa, ownCloud, es muy pequeña si se la compara con los demás miembros de OpenStack Foundation, pero su desempeño indica que está en crecimiento. La conclusión general es que el software libre está dominando los espacios de servicios cloud, tanto en la corriente principal del segmento, como en lo que hace a los jugadores alternativos. En sólo cinco años, el software libre logró lo que a sus predecesores les tomó dos décadas y nada menos que en una corriente tecnológica que parecía amenazarlo-.
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